Hoy en día existen muchas clases de submarinos, siendo los más conocidos los destinados a enfrentamientos militares, al turismo o al mero afán de investigación de los fondos marinos. Todos éstos tipos siguen un mismo proceso para lograr su inmersión y posterior emersión a la superficie.

Los submarinos, como muchas otras embarcaciones, poseen unos espacios denominados “tanques de inversión” o “lastres”, situados en la popa y en la proa del casco. Tal y como indica su nombre, son los encargados de llenarse mediante unas válvulas y conseguir que su densidad sea mayor que la del agua para así poder sumergirse.

Cuando el submarino desea alcanzar la superficie, los tanques expulsan el líquido que contienen, quedando inyectados de aire comprimido y reduciendo la densidad del navío hasta ser menor que la del agua. Este hecho hace que el submarino ascienda hasta la superficie, basándose en el conocido “Principio de Arquímedes”.

Datos históricos nos revelan que una de las primeras experiencias con submarinos ocurrieron hacia el año 1.620 a mano de un militar británico llamado Drebbel. Otra sucedió en el año 1800, cuando Robert Fullon, de nacionalidad francesa, construyó un barco de vela capaz de sumergirse, conocido como “Nautilus”. No pasaron muchos años después de este invento, hasta que en 1888, Isaac Peral (científico, marino y militar español) creó el primer submarino, una estructura similiar a la que conocemos hoy en día.
En el año 2013, se celebra el 125º aniversario de este conocido primer navío, modelo a seguir para fabricar los submarionos en la actualidad, que contaba con 22 metros de largo y era capaz de lanzar torpedos.

Si quieres conocer mejor el funcionamiento de estas embarcaciones, dejamos unos enlaces con más información, imágenes detalladas y videos interesantes.

Noticia por: Laura Manrique (4ºA) IES Alpajés